domingo, 22 de noviembre de 2009

Ponyo

Sólo muy de cuando en cuando me acuerdo de mis sueños, y todavía es más raro que tengan un dibujo claro, con líneas y colores nítidos. Ponyo en el acantilado, la película animada de Hayao Miyazaki, me facilitó uno de ellos. Estoy seguro de que sus imágenes acuáticas y subacuáticas fueron la causa de que por la noche me fuese dado acceder sin borrón ni nubosidad alguna a un gran espacio rectangular, una especie de inmenso pasillo done se mezclaban el agua y el éter, para flotar y moverme por él apenas sujeto por ninguna gravedad. Desprendido de mi peso, me paseaba a mis anchas, mitad pez, mitad ave, por tan maravilloso elemento.

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